Hay un montón de variantes para las empanadas de carne, cada provincia de la Argentina se adjudica una forma original de hacerlas. Yo simplemente opté por la que me resultaba más familiar, que es la receta de empanadas cordobesas. Además, confío mucho en los cordobeses, ya que una provincia que toma fernet, baila cuarteto y cuenta chistes de forma graciosa entra en el espectro de gente que me cae extremadamente bien.
Voy a confesar que la masa no la hice yo (si, Petrona, lo sé…una ama de casa no compra la masa del supermercado, pero bueno, usted sabe que de ama de casa solo actúo unas horitas a la semana, bastante ya con que la carne la corté a cuchillo y la sancoché como usted dijo).
Cuando leí “sancochar” me quedé como con un signo de pregunta gigante en la cabeza. ¿Qué hice? Llamé a mi mamá. Me explicó que consistía en pasar la carne por agua hirviendo y escurrirla rápidamente. Esto sella la carne y ayuda a que no pierda jugo durante la cocción. Lo que van a notar cuando sancochen carne es que queda blanquita por afuera. Después haciendo memoria de mi infancia me acordé cuando mis hermanos, que son cordobeses, decían que cuando uno pasaba mucho tiempo en la pileta o en la bañadera salía con los dedos sancochados (¿Vieron cuando se pone la piel toda arrugada, tipo viejito?).
La verdad es que preparar estas empanadas me llevó como 4 horas, fue totalmente desgastante. Terminé de hacer el relleno e inmediatamente armé las empanadas. ¡ERROR! El relleno estaba todavía caliente, lo que hizo que se ablande la masa y hacer el repulgue se convierta en un malabar. Culpa de mi impaciencia, y de no escuchar a mi mamá cuando me dijo “Ingrid, el relleno se hace de un día para el otro”. Yo pensé: “No me pasé 4 horas en la cocina para morfar mañana”.
Llegó el momento de probarlas y el sabor era espectacular, lo único: ¡salieron re secas! Me explicaron que eso era porque no dejé enfriar el relleno. Claro, si lo dejaba enfriar se endurecían los jugos y quedan dentro de la empanada, sin mencionar que me hubiese resultado más fácil armarlas.
Conclusión: paciencia. Las amas de casa de antes no vivían aceleradas como nosotros, comprendían que las cosas llevaban tiempo. Yo me pongo nerviosa cuando la página con mis mails no abre rápido, ¡Mirá si voy a tener paciencia para que enfríe el relleno de las empanadas!
Pero es así. Hay que darle tiempo a las cosas. Salen mejor y definitivamente, más jugosas.
